martes, 12 de junio de 2012
Fuera de las aceras
Hace un par de semanas el ayuntamiento de Barcelona manifestó con rotundidad su intención de prohibir la circulación de bicicletas por las aceras (aceras que no disponen de carril bici, se entiende) antes de final de año. Durante estos días he podido leer en diversos medios reacciones de todos los tipos. Desde el clásico "ya era hora" hasta la indignación absoluta de muchos ciclistas, pasando por todos los grados posibles.
A mí no me parece una decisión acertada. Al menos, no tal y como se ha tomado. Aún así, debo admitir que inicialmente no pensé escribir sobre ello. Bastante se ha escrito ya. Sin embargo, 2 detalles en estos últimos días me han hecho decidirme a riesgo de repetir argumentos ya conocidos:
El primero, el nuevo carril bici de la Calle Sicilia. Llevo un par de semanas pasando por ahí (más o menos su inauguración coincidió con el anuncio del alcalde) y mi indignación ha ido en aumento desde el primer día. Hago un tramo muy corto, siempre de bajada, entre Diagonal y Consell de Cent o, todo lo más, hasta Gran Vía. Esta tarde, un conductor de autocar que giraba en la calle Aragó me ha mirado asombrado y me preguntaba qué hacía yo bajando por ahi si esa calle es de subida. El hombre no acababa de entender cómo era eso posible, aunque ha visto por mi determinación y mi explicación gestual que yo hacía lo correcto.
Después de pasar al autocar, he encontrado un coche estacionado en el carril bici. Hasta la fecha, la imagen más frecuente de ese carril es la que se ve en la foto adjunta y contiene uno varios coches aparcados en él (por ahora el record está en cuatro vehículos en solo 2 manzanas).
Desde el primer día, ese carril bici me ha parecido un error. Tiene una anchura (estrechez, mejor decir) que apenas permite que 1 bicicleta pueda circular dentro del mismo. Es de doble sentido en una calle que es solo de subida, cosa que no se espera ninguno de los vehículos que sube; los semáforos del carril bici quedan ocultos tras los árboles, con lo que no sabes hasta que no llegas justo a la intersección si el semáforo está rojo o verde; y adolece de la misma problemática con los giros (tanto los que quiera hacer el ciclista, como los de los vehículos que giran hacia el lado en que está el carril bici) que el resto de carriles bici en el Eixample.
El segundo detalle se produjo el otro día hablando con un compañero de trabajo sobre las bicicletas. Hubo un momento de la conversación en que me mostró su total y sincera sorpresa ya que, según dijo, en ese instante se enteró de que los peatones tienen prohibido caminar por el carril bici aunque este se encuentre en una acera (por supuesto, sí pueden cruzarlo). "Quan el carril bici estigui situat en vorera, els vianants el podran creuar, però no hi podran romandre ni caminar-hi."
Mi compañero se quedó estupefacto. Me decía que él siempre había pensado que esas líneas ahí pintadas eran una mera indicación de por donde deben circular las bicis, pero que jamás había llegado a pensar que supusieran algún tipo de obligación para él como peatón. Y, de hecho, ahora que lo pienso, no recuerdo ninguna señal específica que indique a los peatones que no deben circular por ellos.
A mi entender, estas dos situaciones ponen de manifiesto una parte muy importante de la problemática de la bici en Barcelona, que no se resuelve simplemente con asumir que la convivencia entre peatones y ciclistas se reduce a prohibir las bicis por las aceras. La formación y la información son básicas. El peatón que se siente molesto por una bicicleta que va por la acera es posible que siga sintiéndose igual aunque ese ciclista vaya por un carril bici si ese carril no está bien diseñado o si él mismo (y el ciclista) no es consciente de cuales son las obligaciones y derechos de cada cual en ese ámbito. Y lo mismo ocurre en la calzada. Igual que hay conductores que todavía no son conscientes de que las bicicletas pueden circular por el centro del carril, difícilmente van a asumir rápidamente que ahora pueden encontrarse bicicletas en contradirección en una calle de sentido único si no se hace un esfuerzo importante para explicárselo.
Es decir, lo importante no es solo determinar por donde deben circular unos y otros. Lo que hay que hacer es garantizar el respeto del espacio asignado a cada uno informando a todos adecuadamente de sus derechos y obligaciones y, por supuesto, trabajar para que todos ellos dispongan de un espacio en condiciones. Ninguneando a una de las partes solo consigues dos cosas: generar indignación y poner en peligro a ese colectivo que, al fin y al cabo, no deja de formar parte también de los otros dos. No hay que olvidar que conductores y ciclistas somos también peatones. Y todos, por encima de esto, somos ciudadanos.
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Pues el caso es que mucho me temo que la cosa va por sacar fuera de la circulación a las bicis. No generamos ningún beneficio inmediato. Explícale tú un político de este país que la bicicleta ahorra combustible, contaminación, no genera ruido y es saludable para su conductor. Lo más probable es que te conteste: "si, pero no paga impuestos" Y crear un impuesto de circulación para bicis es algo ciertamente muy complicado, a pesar de que antes se pagaba. Recuerdo la bicicleta de mi padre que tenía un sello metálico que era la prueba de haber pagado un impuesto que le autorizaba a circular por carretera.
ResponderEliminarEn fin, me temo que son malos tiempos también para las bicis.
Un saludo.
(Estupendo el blog)
Cierto, yo también recuerdo haber visto hace muchos años alguna bici con una placa como la que dices. Y, sí. La cosa pinta mal. Entre alcaldes y ministros, no nos lo van a poner fácil :-(
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