miércoles, 25 de julio de 2012

La desventaja de ir en Brompton

Hoy he prescindido de la Brompton. No es algo habitual. Cuando comencé a utilizarla pensaba a menudo en que, si los días sin bici (por las circunstancias que sean) eran bastante frecuentes, esto podría minar considerablemente mi confianza en el nuevo medio de transporte. Sin embargo, no ha sido así. Salvo pocas excepciones, apenas he fallado en mi cita diaria con la Brompton. Poco a poco he ido descubriendo que puedo llevarla a casi cualquier sitio y apenas debo renunciar a ella. Pero hoy se ha dado una de esas ocasiones.
Tenía que pasar toda la mañana en la sede de Telefónica en Barcelona. Y ya sabía que a ese edificio (esa torre de color blanco junto al Fòrum) no dejan entrar con la bici plegable. Tenía 2 opciones: presentarme allí con mi bici y discutir con el señor de seguridad y quien hiciera falta hasta conseguir mi objetivo (o no) y empezar la mañana ya con mal pie o renunciar a llevar la bicicleta. Vaya por delante que, esté o no de acuerdo con este tema, no es objetivo de este post criminalizar a Telefónica por ello. Al fin y al cabo, no se trata de un edificio público, sino de la sede de una empresa; y su política de acceso, que conocía de antemano, queda a su criterio. Me guste a mí, o no (que es que no).
Además, seguramente como argumento inapelable me hubieran indicado que el edificio dispone de un aparcamiento para bicicletas (que, por lo que he visto, se utiliza considerablemente) a pocos metros de una de las puertas.
Pero el problema de tener una Brompton es precisamente ese: no puedes (no debes) utilizar los aparcamientos para bicicletas. Con una Brompton, al menos en Barcelona, dejar la bici atada en la calle no es una opción. Se trata de una bici de precio considerable que, en condiciones normales, tiene grandes posibilidades de desaparecer si la dejas en la calle. Si, como es muy habitual, dispone de algún extra en forma de sillín Brooks o cualquier otra pijada, todavía más. Es decir, una de las grandes ventajas de esta bici es la facilidad para entrar con ella a cualquier sitio y evitar así que te la roben. Pero, por otra parte, si no vas a poder entrar con ella, casi mejor ni plantearse llevarla.
Y no es cuestión de tipo de bici (plegable o no), sino de precio. Tampoco me llevaría para dejar atada en la calle una bicicleta con cuadro de carbono de 2 o 3.000 euros.
Así pues, hoy la Brompton se ha quedado en casa pese a que, en realidad la bici, era el medio de transporte óptimo para ir y volver hasta allí. Lo que ha marcado la diferencia (y me confirma mi total conversión en ciclista urbano convencido) es que no he renunciado a ir en bicicleta. Descartada la Brompton, he rescatado la vieja BTT que todavía uso de vez en cuando y, cargando con el peso adicional de las correspondientes cadenas antirrobo, me he plantado en el Fórum y la he dejado tranquilamente (al fin y al cabo, el antirrobo seguramente cuesta más que la bici) atada en el aparcamiento. Ante una situación similar estoy seguro de que hace un año, ni me lo habría planteado. Vamos avanzando.

Eso sí, mañana vuelvo a la Brompton :-)

viernes, 20 de julio de 2012

Bicis en Zagreb

Esta semana he tenido que ir a Zagreb por motivos de trabajo. Mi estancia ha sido breve (brevísima, ya que no ha llegado ni a las 24h) y, aunque apenas me ha dado la oportunidad de hacerme una idea de la fisonomía de la ciudad, sí que me ha permitido comprobar que es un lugar en el que la bicicleta es un medio de transporte con una gran aceptación. Tiene lógica. Por lo poco que pude pasear por sus calles, la mayor parte es completamente llana. No parece haber demasiados desniveles importantes, y la ciudad tampoco es demasiado grande, por lo que es ideal para trasladarse en bicicleta.
Además, hay mucho carril-bici. Todos los que estaban pintados encima de las aceras, con algunos tramos marcados en color rojo. Abundaban los de sentido único y, al menos visualmente, parecían  algo estrechos.
No hay (o yo no he visto) ningún sistema público de alquiler de bicicletas, al estilo del Bicing. La gente va por la calle con su propia bici, sobretodo BTTs y algunas otras bicicletas más urbana, aunque siempre de rueda grande. Tampoco he visto ni una sola Brompton u otro tipo de  plegables. Pero lo que más llamó mi atención fue ver que la bicicleta parece estar muy integrada en su estilo de vida. La gente incluso la usa para ir de copas por la noche y la deja aparcada en cualquier sitio sin demasiado temor (o esa fue la sensación) a que desaparezca.
Me quedé estupefacto al ver que, una calle perfectamente céntrica, a las 11 de la noche, llena de terrazas atestadas de gente, estaba igualmente ocupada por sus bicicletas. Y que, en su mayoría, estas se encontraban apoyadas contra las paredes de las casas o se mantenían simplemente en pié con su propia pata de cabra. ¡Sin atar! Sin quitar el sillín o cualquier otra medida de seguridad tan habitual por aquí cuando debes dejar tu bici en la calle. Cuando me di cuenta del detalle, poco menos que alucinaba. La gente no tenía la bicicleta junto a su silla o mesa (hubiera sido imposible, vista la densidad de mesas en las terrazas), sino que estaban a unos metros de distancia, dejando un amplio pasillo entre ellas y la gente que estaba sentada. No me imagino a un ciclista barcelonés yendo a tomar unas cervezas con su bicicleta a una terracita en los alrededores de plaça Catalunya dejando su bicicleta apoyada en la pared a 3 o 4 metros de distancia del lugar donde va a sentarse. Aquí, dejas la bici así y desaparece antes de que hayas tenido tiempo de llegar a sentarte.

Vaya por delante que no tengo ni idea de si Zagreb es un lugar con poca o mucha tradición ciclista, de si existe más o menos clima de  conflicto peatones/ciclistas o ciclistas/vehículos de motor como ocurre por aquí, de si ellos consideran que tienen poco o mucho carril bici, de si el que hay es de reciente aparición o si las bicicletas son caras o baratas. Seguro que también tendrán sus problemas. No pretendo hacer ningún tipo de apología de su estilo de uso de la bicicleta porque, sencillamente, mi única experiencia es la de unas horas en esa ciudad, que es tanto como decir nada. Pero, sea como sea su día a día, la visión de bicicletas aparcadas sin atar en una zona céntrica y el hecho mismo de comprobar que una parte significativa de la gente utiliza la bicicleta incluso para salir a tomar algo por la noche, me parece, al menos, digno de mención.

martes, 17 de julio de 2012

Ese calor...

Cada vez que alguien entabla conversación conmigo sobre esta costumbre tan peculiar de usar la bicicleta para ir al trabajo, hay algunos argumentos (excusas, casi mejor) tópicos que surgen de forma habitual. Entre ellos, el del excesivo calor en verano es todo un clásico. De hecho, debo admitir que yo también lo utilicé como excusa, en parte, a la hora de plantearme seriamente esta pequeña aventura. No hay que olvidar que estamos en Barcelona, y aquí en verano hace mucho calor. Y, gracias a la humedad, difícilmente soportable.
Yo resolví el problema con mi decisión de utilizar la bicicleta solo para el trayecto de vuelta a casa (la ida la hacía en metro). En este caso, el calor y, sobretodo su consecuencia: el sudor, pierden relevancia, ya que uno siempre puede ducharse al llegar. De todas formas, dado que empecé la aventura de la Brompton a mediados de septiembre, todavía no había cubierto un ciclo climático completo con la bicicleta y me faltaba comprobar si, realmente, el calor era tan insoportable como la gente sospecha.
Ahora que ya estamos a mediados de Julio creo que puedo sacar algunas conclusiones al respecto. Primero, es cierto que hace calor, y mucho. Así que, la hora del trayecto influye bastante en cómo te afectará. Ahora también hago una parte importante del trayecto de ida en bicicleta, por lo que he adelantado mi rutina y llego a trabajar antes. No es lo mismo circular por Barcelona en Julio a las 7:30AM que a las 8:30 o las 9:00. Esa hora de menos se nota y, combinada con un ritmo de pedaleo adecuado, sirve para evitar que rompas a sudar (sobretodo si hay algún tramo en subida que requiera de algo de esfuerzo).
Aún así, en mi experiencia, el problema más grande no es la hora del día, sino el tipo de desplazamiento. De vuelta a casa por la tarde yo hago un trayecto largo (para ser urbano), de unos 15Kms. Durante los 2 primeros tercios del mismo, apenas sudo ni paso excesivo calor. Incluso diría que hasta paso bastante menos calor que si fuera caminando tranquilamente por la calle a esa misma hora. La verdad es que, como en la moto, en la bici se percibe mucho más cualquier atisbo de brisa y eso ayuda a refrigerar. La cosa empieza a ponerse seria en el momento en que llego al Fòrum. Allí el camino se ensancha, desaparece el cobijo de edificios y árboles y, sobretodo, la frecuencia de cruces y semáforos es mucho menor, demandando un esfuerzo continuo durante mayor tiempo. Es ahí donde se pasa calor en la bici.
Es decir, que en la mayor parte de desplazamientos urbanos, (aquellos que transcurren por el centro de la ciudad, sin la presencia de pendientes exigentes) cruces y semáforos combinados con las sombras que puedan surgir de edificios y árboles son los que garantizan que ir en bicicleta es perfectamente asumible en estas fechas.
Por supuesto, no todos los trayectos son iguales (la prueba es el que yo hago) y los habrá que, por sus características, demanden un esfuerzo muy importante con calor o sin él. Pero, en general, no parece que el calor de Barcelona deba ser una barrera a la hora de decidirse a coger la bici como transporte urbano en verano. Así pues, a pedalear.


viernes, 6 de julio de 2012

3.000 Kms y sin novedad


3000 kms
Hoy el cuenta kilómetros ha llegado a los 3.000. No está nada mal. Han llegado antes de lo que inicialmente había pensado. Cuando empecé con la bici esperaba tardar un año o quizá más. Al final la cosa ha quedado en poco menos de 10 meses.
Respecto a la Brompton, sigue funcionando como la seda. Frenos y cadena siguen en perfecto estado. Cada vez tengo más claro que el desgaste de la cadena es mucho mayor si utilizas una bicicleta con varios piñones. Al llevar solo el cambio interno, la cadena queda sometida a menos tensión y parece que se alarga su vida útil. Ahora ya comienza a acercarse al valor de referencia de estiramiento, pero creo todavía podrá hacer 500 kms (si no alguno más) con facilidad antes de llegar a él.
Las cubiertas también comienzan a acusar desgaste, pero es muy uniforme y todavía están en buen estado. No tengo ni idea de cual debe ser la duración habitual de este tipo de neumáticos y hace ya mucho que han sobrepasado mis expectativas si comparo con mi experiencia en la BTT (es que la Larsen TT se gasta casi con mirarla). Al ritmo que llevan, creo que me plantearé el cambio sobre los 4.000Kms, pero habrá que verlo llegado el momento.
Sigo sin pinchar y, eso sí, de vez en cuando hay que repasar la presión. No soy demasiado cuidadoso en este tema. Me guío por las sensaciones. Cuando noto que la bici comienza a rodar de forma algo más pesada, me paso por una gasolinera e hincho los neumáticos. Pese a todas las referencias, me cuesta bastante aceptar que deben inflarse a esa enormidad de presión y siempre lo hago con bastante reticencia y esperando no reventarlos durante el proceso. Pero la verdad es que aguantan y, en cuanto sales con ellos recién hinchados, se nota muchísimo en el comportamiento de la bici.
Del resto del conjunto, ninguna queja. Las usuales sesiones de engrasado de la cadena y muy poco más. Ni desgastes, ni crujidos o ruidos inesperados, ni nada de nada. La verdad es que tanta perfección es hasta aburrida.
Y, ahora, a ver cuando llegan los 4.000.