Hoy he prescindido de la Brompton. No es algo habitual. Cuando comencé a utilizarla pensaba a menudo en que, si los días sin bici (por las circunstancias que sean) eran bastante frecuentes, esto podría minar considerablemente mi confianza en el nuevo medio de transporte. Sin embargo, no ha sido así. Salvo pocas excepciones, apenas he fallado en mi cita diaria con la Brompton. Poco a poco he ido descubriendo que puedo llevarla a casi cualquier sitio y apenas debo renunciar a ella. Pero hoy se ha dado una de esas ocasiones.
Tenía que pasar toda la mañana en la sede de Telefónica en Barcelona. Y ya sabía que a ese edificio (esa torre de color blanco junto al Fòrum) no dejan entrar con la bici plegable. Tenía 2 opciones: presentarme allí con mi bici y discutir con el señor de seguridad y quien hiciera falta hasta conseguir mi objetivo (o no) y empezar la mañana ya con mal pie o renunciar a llevar la bicicleta. Vaya por delante que, esté o no de acuerdo con este tema, no es objetivo de este post criminalizar a Telefónica por ello. Al fin y al cabo, no se trata de un edificio público, sino de la sede de una empresa; y su política de acceso, que conocía de antemano, queda a su criterio. Me guste a mí, o no (que es que no).
Además, seguramente como argumento inapelable me hubieran indicado que el edificio dispone de un aparcamiento para bicicletas (que, por lo que he visto, se utiliza considerablemente) a pocos metros de una de las puertas.
Pero el problema de tener una Brompton es precisamente ese: no puedes (no debes) utilizar los aparcamientos para bicicletas. Con una Brompton, al menos en Barcelona, dejar la bici atada en la calle no es una opción. Se trata de una bici de precio considerable que, en condiciones normales, tiene grandes posibilidades de desaparecer si la dejas en la calle. Si, como es muy habitual, dispone de algún extra en forma de sillín Brooks o cualquier otra pijada, todavía más. Es decir, una de las grandes ventajas de esta bici es la facilidad para entrar con ella a cualquier sitio y evitar así que te la roben. Pero, por otra parte, si no vas a poder entrar con ella, casi mejor ni plantearse llevarla.
Y no es cuestión de tipo de bici (plegable o no), sino de precio. Tampoco me llevaría para dejar atada en la calle una bicicleta con cuadro de carbono de 2 o 3.000 euros.
Así pues, hoy la Brompton se ha quedado en casa pese a que, en realidad la bici, era el medio de transporte óptimo para ir y volver hasta allí. Lo que ha marcado la diferencia (y me confirma mi total conversión en ciclista urbano convencido) es que no he renunciado a ir en bicicleta. Descartada la Brompton, he rescatado la vieja BTT que todavía uso de vez en cuando y, cargando con el peso adicional de las correspondientes cadenas antirrobo, me he plantado en el Fórum y la he dejado tranquilamente (al fin y al cabo, el antirrobo seguramente cuesta más que la bici) atada en el aparcamiento. Ante una situación similar estoy seguro de que hace un año, ni me lo habría planteado. Vamos avanzando.
Eso sí, mañana vuelvo a la Brompton :-)
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