viernes, 20 de julio de 2012

Bicis en Zagreb

Esta semana he tenido que ir a Zagreb por motivos de trabajo. Mi estancia ha sido breve (brevísima, ya que no ha llegado ni a las 24h) y, aunque apenas me ha dado la oportunidad de hacerme una idea de la fisonomía de la ciudad, sí que me ha permitido comprobar que es un lugar en el que la bicicleta es un medio de transporte con una gran aceptación. Tiene lógica. Por lo poco que pude pasear por sus calles, la mayor parte es completamente llana. No parece haber demasiados desniveles importantes, y la ciudad tampoco es demasiado grande, por lo que es ideal para trasladarse en bicicleta.
Además, hay mucho carril-bici. Todos los que estaban pintados encima de las aceras, con algunos tramos marcados en color rojo. Abundaban los de sentido único y, al menos visualmente, parecían  algo estrechos.
No hay (o yo no he visto) ningún sistema público de alquiler de bicicletas, al estilo del Bicing. La gente va por la calle con su propia bici, sobretodo BTTs y algunas otras bicicletas más urbana, aunque siempre de rueda grande. Tampoco he visto ni una sola Brompton u otro tipo de  plegables. Pero lo que más llamó mi atención fue ver que la bicicleta parece estar muy integrada en su estilo de vida. La gente incluso la usa para ir de copas por la noche y la deja aparcada en cualquier sitio sin demasiado temor (o esa fue la sensación) a que desaparezca.
Me quedé estupefacto al ver que, una calle perfectamente céntrica, a las 11 de la noche, llena de terrazas atestadas de gente, estaba igualmente ocupada por sus bicicletas. Y que, en su mayoría, estas se encontraban apoyadas contra las paredes de las casas o se mantenían simplemente en pié con su propia pata de cabra. ¡Sin atar! Sin quitar el sillín o cualquier otra medida de seguridad tan habitual por aquí cuando debes dejar tu bici en la calle. Cuando me di cuenta del detalle, poco menos que alucinaba. La gente no tenía la bicicleta junto a su silla o mesa (hubiera sido imposible, vista la densidad de mesas en las terrazas), sino que estaban a unos metros de distancia, dejando un amplio pasillo entre ellas y la gente que estaba sentada. No me imagino a un ciclista barcelonés yendo a tomar unas cervezas con su bicicleta a una terracita en los alrededores de plaça Catalunya dejando su bicicleta apoyada en la pared a 3 o 4 metros de distancia del lugar donde va a sentarse. Aquí, dejas la bici así y desaparece antes de que hayas tenido tiempo de llegar a sentarte.

Vaya por delante que no tengo ni idea de si Zagreb es un lugar con poca o mucha tradición ciclista, de si existe más o menos clima de  conflicto peatones/ciclistas o ciclistas/vehículos de motor como ocurre por aquí, de si ellos consideran que tienen poco o mucho carril bici, de si el que hay es de reciente aparición o si las bicicletas son caras o baratas. Seguro que también tendrán sus problemas. No pretendo hacer ningún tipo de apología de su estilo de uso de la bicicleta porque, sencillamente, mi única experiencia es la de unas horas en esa ciudad, que es tanto como decir nada. Pero, sea como sea su día a día, la visión de bicicletas aparcadas sin atar en una zona céntrica y el hecho mismo de comprobar que una parte significativa de la gente utiliza la bicicleta incluso para salir a tomar algo por la noche, me parece, al menos, digno de mención.

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