domingo, 29 de enero de 2012

Brooks B17 Special: Un toque de glamour en la Brompton

Los Reyes de Oriente me trajeron un flamante sillín Brooks B17 Special. En fabricación desde 1898, se trata de un objeto de culto idolatrado por miles de entusiastas fans de todo el mundo.


El sillín Brooks es una de las opciones "de equipamiento" disponibles al comprar una Brompton. La verdad es que, cuando compré la mía, no acabé de tomármelo muy en serio. Sí que era bonito; pero pesa más que un sillín convencional, es bastante más caro, necesita cierto mantenimiento para mantenerlo en perfecto estado y, lo más raro, requiere de un período de adaptación entre ciclista y sillín que puede ir de 0 a miles de kilómetros según la experiencia de cada cual. Así pues, decidí pasar y compré la bici con el sillín estándar.


Sin embargo, los fans de estos sillines hablan maravillas de ellos. Que si son los más cómodos que existen, que si se adaptan a tu anatomía, que si duran toda una vida... Por supuesto, también tienen sus detractores: tipos pragmáticos donde los haya que argumentan que se trata de una antigualla, que no son tan cómodos, que no duran tanto, que un sillín moderno no necesita adaptación... En fin, opiniones para todo.


En lo que sí está todo el mundo de acuerdo es en que Brooks ha conseguido una imagen de marca muy atractiva basada en una mezcla de calidad y estética vintage (en este caso mucho más que estética, casi respeto reverencial por la tradición) tan de moda hoy en día. Aunque seguramente nacieron con un espíritu mucho más práctico, hoy en día llevar un Brooks supone, sobretodo, incorporar un toque de glamour en la bicicleta.


¿Y son para tanto? Después de algunos centenares de kilómetros de uso del B17 en mi Brompton, creo que es el momento de ofrecer una opinión basada ya en la experiencia.
Lo primero, la estética. Es simplemente insuperable. Cuando abres la caja y ves la pieza, tienes claro que te encuentras frente a un producto diferente. No tienes ni idea de si será cómodo o no. Pero visualmente impresiona y transmite una sensación de calidad indudable.


Una vez instalado, la Brompton parece otra bici. El sillín original (el actual) no es que sea feo, pero el cambio que supone es impresionante. Solo por eso ya vale la pena instalarlo (dejando de lado el precio, claro). Una Brompton con un Brooks es más bici.


¿Y la comodidad? Al sacarlo de la caja, después de la estética, lo que llama la atención es la dureza (rigidez, en realidad) del sillín. Más que piel, ¡parece madera! No hay acolchado de ningún tipo y no parece que exista la posibilidad de que algo así pueda llegar a ser demasiado cómodo. Cuando te sientas por primera vez, la sensación es extraña. Al ser tan duro, el sillín poco menos que desliza. Sin embargo, al cabo de media hora de uso, la piel ya ha cedido un poco (Quizá en esto tenga que ver el "tratamiento inicial al que lo sometí", que creo valdrá la pena explicar en detalle otro día).  Así y todo, los primeros días las sensaciones todavía son algo raras y aún se nota cierta diferencia con un sillín convencional. Pero después de 3 semanas se aprecia con claridad que el sillín ya ha adaptado su forma (aunque dudo que el proceso haya finalizado) y me siento en él con comodidad. Mi recorrido normal dura 1 hora y, aunque el sillín continua siendo bastante duro, ya tengo claro que voy más cómodo en él que en el sillín de serie.
Respecto al peso, que era uno de los "peros" que yo le veía, la realidad es que los 200 grs adicionales que supone respecto del otro sillín no se notan en el día a día. No se aprecian ni cuando tienes que cargar con la bici plegada (que es cuando importan) ni, por supuesto, cuando circulas con ella.


El otro efecto perceptible es que aparentemente se suda menos. Digo aparentemente porque esto es algo en lo que influye el clima y parece que ahora ha empezado el frío. Ya veremos lo que ocurre cuando llegue el calor.


Así pues, ¿vale la pena gastar lo que cuesta (sobre los 100€)?
Si eres un/a fashion victim del ciclismo urbano, sin duda necesitas uno. :-) Si es solo por la comodidad, creo que el sillín de serie cumple sobradamente.
Sí, este es mejor. Gran calidad, estética atractiva y, al menos en mi caso, puedo afirmar que es más cómodo y afortunadamente no he tenido que esperar 2.000 kilómetros para ver si me adaptaba a él. Pero también reconozco que hubiera podido perfectamente continuar con el sillín estándar durante muchos años sin problema alguno. Así que, si tienes alguna otra idea en que gastarte el dinero, no vas a perder demasiado. Eso, sí. Si decides comprarlo, dudo que te arrepientas.

viernes, 27 de enero de 2012

1.000 Kms en Brompton

1000 Kms en cuatro meses. Se dice pronto.
Seguramente 1.000Kms en bicicleta no son gran cosa para una gran parte de los ciclistas amateurs que circulan por ahí y que pueblan muchos de los foros sobre este tema que abundan en la red.
Sin embargo, existe una gran cantidad de ciclistas esporádicos, entre los que me incluyo o, mejor dicho, incluía, que utilizan la bici algunos fines de semana y difícilmente alcanzarán esa cifra, no en un año, sino en varios.


Llevaba mucho tiempo pensando que sería fantástico poder ir en bicicleta al trabajo. El problema era que la dificultad de encontrar un recorrido relativamente seguro y, sobretodo, la distancia (unos 16Kms) me echaban para atrás. Afortunadamente, en los últimos años Barcelona ha sido "tomada" por ciclistas y patinadores y se han multiplicado los carriles bici (algunos de mejor calidad que otros, pero eso será tema de otra entrada en este blog), con lo que el primer impedimento se ha ido diluyendo.


El tema de la distancia es complicado. Sin disponer de vestuarios donde cambiarse a la llegada, es difícil arriesgarse a hacer una distancia considerable para ir a trabajar. Sin embargo, desde hace ya algunos años hago ese recorrido de vuelta a casa en patines durante los meses de primavera y verano. Voy en metro con los patines en una mochila y vuelvo patinando. Aunque aplicar este mismo concepto a la bici parece fácil, en la práctica no es tan sencillo. Simplemente no es posible entrar con la MTB al metro en hora punta en un día laborable. Por no hablar de la incomodidad de cargar con ella durante los transbordos o la dificultad de entrar al vagón con semejante armatoste si el tren va bastante lleno.


Por un momento, pareció que el ayuntamiento de BCN se iba a encargar de solucionar mi problema. El Bicing parecía una idea muy buena. Pero rápidamente se pusieron de manifiesto sus carencias: dificultad para encontrar bicicletas en horarios concretos, uso limitado a recorridos cortos (máximo media hora sin penalización) y la negativa a extender el área de uso a los ayuntamientos adyacentes convirtió este servicio en algo que, en mi caso, tenía una utilidad poco menos que anecdótica.


Hasta que apareció un compañero de trabajo con una Brompton. Impresionante juguete. Al principio causa curiosidad y cierto escepticismo ¿esa cosa plegada que apenas ocupa lo que una maleta es una bicicleta? ¿y aguanta a un adulto? ¿y no se rompe con cuatro veces que la plegues y desplegues? ¿y es fácil plegarla? ¿y cuanto pesa? ¿y qué prestaciones ofrece? A mí, el concepto de bicicleta plegable me remitía al recuerdo de una BH de paseo que tuve hace ya demasiados años y que, desde luego, no estaba pensada para un uso urbano intensivo.
Después de unos meses de ver a mi compañero de trabajo llegar cada día con la Brompton y saber que la llevaba en tren sin pegas de ningún tipo por parte del personal de Renfe ni del resto de pasajeros, tuve claro que ahí estaba mi oportunidad. Era factible ir a trabajar en metro y volver con la bici si usaba una plegable.


Así pues, a mediados de septiembre de 2011 compré una Brompton. Una flamente M3L negra. El primer día me asaltaban algunas dudas: ¿seré capaz de tener la constancia suficiente para llevarla en metro a diario? ¿me cansaré de plegarla y arrastrarla por los pasillos en los transbordos y de tener que cargar con ella para subir las escaleras de la estación? ¿y eso de entrar a un vagón lleno de gente con el trasto ese que, por pequeño que sea, ocupa un espacio considerable? Espero no estar tirando casi 1.000 euros...
Pero eso fué el primer día. El segundo, quizá. Cuatro meses después la respuesta a mis dudas se encuentra en el título de este post: 1.000 Kms! (A día de hoy ya son 1.200) La Brompton se ha convertido en un vehículo del que cada vez me cuesta más prescindir y con el que me desplazo por Barcelona con una comodidad inaudita. Y, además, con rapidez. ¡Si hago el recorrido en bici en menos tiempo del que lo hacía en Metro!


De seguir este ritmo, llegaré a los 3.000 Kms en un año. Esos son, probablemente, más kilómetros de los que haya hecho en bicicleta durante toda mi vida. La cifra impresiona. Pero lo impresionante es que se trata de algo al alcance de cualquiera y no solo de ciclistas serios que hacen salidas de 100Kms prácticamente cada semana. Espero que este blog continue activo por entonces para poder dejar constancia.