martes, 23 de octubre de 2012

Peligra la Brompton II

Pese al título del post, no. Definitivamente, no peligra la Brompton. Y, por ahora, tampoco parece que vaya a tener una hermanita (lo cual, visto como está la economía, tampoco es mala cosa). Pero tampoco ha caído en saco roto aquella doble experiencia de ir a trabajar en bicicleta de mi mujer.
Simplemente, aplicando un poco de lógica, ha llegado a la conclusión de que, por práctica que sea, no necesita una plegable. Le bastaba con aprovechar una vieja bici de montaña que teníamos en el trastero y que hacía años que no se utilizaba. Ella puede dejar su bici en un patio interior en su trabajo y su recorrido en metro es de unas pocas paradas, sin transbordos y ya pasada la hora punta. Tampoco planea convertirse en una ciclista hard-core de la noche a la mañana; más bien se trata de una inmersión gradual en el mundo del ciclismo urbano: un par de días en semana que sirven para, poco a poco, ir cogiendo el gusanillo y, de paso, evitar generar expectativas demasiado optimistas que lleven al desengaño.
Así pues, hemos hecho una puesta a punto de la bicicleta y le hemos instalado unas luces de led y un soporte para una bolsa delantera del Decathlon, y la sillita del peque para, de paso, usar la bici para llevar a este a la guardería. Debo decir que no creía demasiado en que esto llegara a buen puerto. Llegué a decirle a mi mujer que estaba seguro de que el primer día volvería decepcionada con la experiencia (no es lo mismo entrar al metro con una plegable que con una bicicleta grande). Sin embargo, para mi sorpresa no fue así y ya son varios los días que ha usado la bicicleta. Parece que la cosa va en serio.

viernes, 12 de octubre de 2012

Las nuevas tarifas del Bicing

Esta semana se han anunciado las nuevas tarifas que el ayuntamiento de Barcelona tiene previsto aplicar durante 2013 al servicio del Bicing.
Lo más llamativo es que el abono "ilimitado" es decir, el único que ha existido hasta ahora, pasa de costar 45€ a 97,5€. Una salvajada de aumento, vamos.
El bicing siempre ha sido un servicio con luces y sombras, pero nadie ha dudado del atractivo de la propuesta y la cantidad de abonados es una buena muestra de ello. Pero, no nos engañemos, el secreto de su éxito era un precio sumamente atractivo. Al iniciarse en 2007, el servicio costaba 24 euros. Era un precio espectacular. Tanto, que la gente no tenía inconveniente en darse de alta  aunque no fuera a utilizarlo demasiado o, más bien, casi nunca. Conforme ha ido subiendo de precio son bastantes las personas que lo han ido dejando porque ya les iba quedando claro que no lo amortizaban. Pero una subida de este calibre lo hace mucho más difícil de rentabilizar. Casi 100 euros al año por un servicio del que no puedes depender como transporte público es mucho dinero. Hay que tener en cuenta que con el Bicing no puedes tener la seguridad de que vayas a encontrar una bici disponible cuando la necesitas y tampoco de que vayas a poder dejarla aparcada donde necesitas. El trayecto está limitado a 30 minutos que, salvo que cometas una infracción tras otra, no permiten hacer recorridos medianamente largos. Por poner un ejemplo, saliendo desde María Cristina, difícilmente será posible llegar más allá de Plaza Tetuán y es completamente inviable alcanzar la Vila Olímpica.
Son ya varias las personas a las que he escuchado comentar que, con ese precio, les sale a cuenta comprarse una bicicleta.
No digo que el hecho de que sea un servicio altamente deficitario no sea algo que haya que solucionar. Pero mucho me temo que con estas tarifas lo único que se va a lograr es una disminución radical del número de abonados y, por tanto, de los ingresos.
El tiempo dirá. Pero esto podría ser el principio del fin del bicing. Al menos, tal y como lo conocemos.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Otro converso

Hace unos meses (allá por el mes de Abril o Mayo) me encontré con un ex-compañero de trabajo al volver a casa. Me había parado en un semáforo y me lo encontré de frente, mirándome (más bien al conjunto amigo-casco-bicicleta plegable)  con expresión divertida.
Después de los protocolarios "qué tal", "cuánto tiempo", "cómo te va", "donde trabajas ahora", mi amigo continuó la conversación con la inevitable pregunta sobre la bicicleta que, al fin y al cabo, era lo que había causado su sonrisa al verme. Habitualmente esta parte de la conversación también tiene unos cuantos tópicos que deben repetirse necesariamente: que si vas a trabajar cada día con ella, que si es mucha distancia, que si no es peligroso, que está muy bien porque así haces ejercicio... Pero en esa ocasión, la conversación fluyó por unos derroteros ligeramente distintos de los habituales. Mi amigo me comentó que hacía unos meses él también se había comprado una bici plegable. Era ideal para guardarla en casa y, al margen del uso lúdico el fin de semana, se había llegado a plantear si no podría usarla también para ir al trabajo. Pero me confesó que, sencillamente, no se atrevía. Le daba la sensación de que era demasiada distancia, no sabía exactamente qué recorrido hacer, ni tenía muy claro si la dureza sería razonable e incluso no estaba seguro de la reacción de la gente. Al verme se le encendió la luz. Rápidamente hizo sus cálculos y llegó a la conclusión de que su recorrido era en gran parte similar al mío, salvo que en sentido inverso. Y que, por lo que veía, la distancia no era tanto problema como parecía en un primer momento. En aquel mismo instante me comentó que pensaba intentarlo.
La conversación terminó y ambos seguimos nuestro camino. La verdad es que se le veía convencido, pero no se trata de alguien a quien vea con frecuencia, por lo que no tenía muy claro si su decisión había sido fruto de un furor repentino y no duraría más allá del siguiente semáforo, o de si llegaría a convertirse en realidad. Así que seguí mi camino y no volví a pensar en ello.

Esta tarde, al volver a casa, en el mismo semáforo de nuestro anterior encuentro, hemos vuelto a cruzarnos. Mientras esperábamos al verde, uno a cada lado de la calzada, ambos nos mirábamos con expresión divertida. Esta vez él también iba en bici.