viernes, 13 de abril de 2012

2 líneas blancas o un carril bici


Pese a que Barcelona aparece a menudo citada como una de las ciudades de referencia en lo que respecta al uso de la bicicleta, no es menos cierto que, en la propia ciudad, el colectivo ciclista no goza de demasiada buena fama. Existe una hostilidad creciente por parte, tanto de los peatones, como de los conductores, hacia nosotros. En general, lo que percibo ante cualquier noticia sobre las bicis en la ciudad es que los ciclistas suponen un problema para el resto de colectivos (sobretodo los peatones) y hay que ponerle remedio.
A buen seguro, una parte de la culpa de estos problemas de convivencia es de los ciclistas. A ver quién se atreve a afirmar rotundamente que jamás ha pasado un semáforo cuando todavía estaba en rojo o ha hecho alguna otra maniobra ilegal. Pero, aunque se habla mucho del poco respeto de los ciclistas por las normas de circulación, no creo que ese sea el problema mayor. Al fin y al cabo, los peatones también cometen infracciones constantemente y no parece importar demasiado siempre que no se consideren peligrosas. El verdadero problema se da en el nuevo reparto del espacio. Hasta ahora, el statu quo establecía que las aceras eran para los peatones y la calzada, para vehículos de motor. Pero las bicis han venido a alterar este reparto sin que quede claro con qué parte del pastel se quedan. En unos sitios el carril bici va por la calzada, en otros por la acera y en otros, al no existir, se circula por donde buenamente se puede. Además, no nos engañemos, los peatones no nos consideran peligrosos, sino molestos. Por mucho que se nos considere un vehículo, no causamos el mismo respeto que un coche. ¿O alguien se imagina a un peatón tranquilamente parado en medio de la calzada admirando un edificio o leyendo un cartel mientras se aproxima un coche? Sin embargo, sí que he visto exactamente ese mismo comportamiento en un carril bici más de una vez y el peatón se ha mantenido ahí sin inmutarse ante la visión del ciclista que se acercaba. Al fin y al cabo, él considera que está en su espacio y ese que viene por ahí, aunque lo haga entre 2 líneas blancas, no deja de ser un intruso, un recién llegado que no tiene derecho a ocupar ese espacio que, mientras no se diga lo contrario, el peatón considera que le pertenece.

Mientras el reparto del espacio no esté claro (igual que lo está ahora el de coches y viandantes) y, sobretodo, se haga en condiciones justas para todos, los ciclistas seguramente seguiremos circulando por donde mejor podamos y seguiremos siendo considerados una molestia por unos y por otros.
Y es que, en mi opinión, el problema de las bicis en Barcelona no es de civismo, de convivencia, o respeto a las normas de circulación. Es de planificación. Hace algunos años, alguien decidió que eso de las bicis era moderno, verde, sostenible, etc... y que poner carriles bici contribuía a reforzar esa imagen de ciudad moderna. Pero, como apenas había bicicletas y seguramente no se preveía semejante evolución de la demanda, no se tuvo ningún cuidado al diseñar la red de carriles bici o una normativa de circulación seria que obligara a unos y a otros de forma clara.
Con la llegada del bicing y el aumento del resto de usuarios, es cuando se han puesto de manifiesto las carencias de la red de carriles bici. Y eso es lo que hay que arreglar. Diseñar un carril bici no debiera consistir sólo en decidir pintar 2 líneas blancas en una acera (o, peor, en la calzada de una gran avenida). Esto no soluciona ningún problema sino que, en realidad, lo crea. ¡Si hasta yo mismo me descubro de vez en cuando caminando de manera inconsciente por uno de estos carriles bici pintados!
El carril bici de la Diagonal es un ejemplo clarísimo. Cada mañana cuando subo desde Passeig de Gràcia y me incorporo a él me acuerdo de la familia del tipo que lo diseñó. Primero, tengo que conseguir cruzar el semáforo e incorporarme al carril bici, lo cual no es en absoluto tarea fácil vista la marea de peatones que cruzan a la vez que yo y que se interponen entre ambos extremos del carril. Pero, una vez incorporado a la Diagonal tengo que lidiar con los pobres peatones que lo invaden consciente, o inconscientemente, en el tramo entre Passeig de Gràcia y Francesc Macià. Algunos me miran con hostilidad por tener que pararse o apartarse para dejarme paso aun cuando estén ocupando claramente el lugar que no deben. Otros me piden disculpas azorados al ver que van por el lugar equivocado. Otras veces soy yo el que, cuando estoy parado en el semáforo junto con 7 u 8 bicis más, estorbo a los peatones que intentan llegar desde la calzada lateral a la central, o debo frenar (como si pudiera ir muy rápido) para permitir que la gente pueda acercarse a la parada del autobús (el carril bici pasa exactamente junto a la marquesina de las paradas) o al kiosko a comprar el diario. Ninguno nos sentimos cómodos con la situación. Pero no es ni culpa suya, ni mía. La culpa es del tipo al que se le ocurrió la brillante idea de poner ahí 2 líneas blancas solo para poder presumir de que había desplegado nosecuantos kilómetros más de carril bici en la ciudad.

Estos últimos días, han aparecido varias noticias en la prensa relativas al incremento de uso de la bicicleta en nuestra ciudad y a la necesidad de una reordenación del mismo. Ayer mismo, leía esta noticia: L'ajuntament de Barcelona podria prohibir la circulació de bicicletes per les voreres

Lo de sacar a los ciclistas de las aceras y que vayan a la calzada está muy bien en la teoría, pero no tanto en la práctica.  Como ciclista, me gustaría circular exclusivamente por la calzada si estuviera garantizada mi seguridad. Pero eso, en Barcelona, es una utopía. En mis desplazamientos busco siempre un recorrido que disponga de carril bici en toda su extensión, pero cuando no es posible encontrarlo no dudo en subir a la acera (por supuesto, con cuidado y tratando de no suponer una molestia para nadie) si la calzada me parece peligrosa. Y es que, ni todas las calles de Barcelona disponen de carril bici (sea o no digno de ese nombre), ni los conductores están en general preparados para tenernos en cuenta como un vehículo más al que respetar como un igual. Así pues, la reordenación de la que habla la noticia espero que tenga en cuenta ciertas dosis de racionalidad y no plantee simplemente alternativas como desplazar obligatoriamente a los ciclistas a la calzada (con o sin carril bici) o crear nuevos carriles bici igual de estrafalarios que gran parte de los que ahora existen.

Esta tarde he pasado excepcionalmente por Passeig de Sant Joan, en el tramo entre Tetuán y Arc de Triomf. Se me saltaban las lágrimas de la emoción al ver esa maravilla. Un carril bici bien pensado, segregado con contundencia (nada de una raya doble o unos pequeños tacos de goma), lejos del área de aparcamiento, (lo que evita tentaciones por parte de muchos conductores que "solo van a parar un momento") y sin peatones que puedan colarse en él por despiste ya que el carril no circula por la acera ni a su lado, sino por el centro de la calzada. Muy del estilo del otro gran carril bici de Barcelona: el de Meridiana, en el tramo del TNC. Si esa es la reestructuración en la que piensa el ayuntamiento, bienvenida sea. Pero, no sé por qué, tengo mis dudas...

2 comentarios:

  1. correcto nuevamente . ese carril bici lo hago a diario y es una gozada aunque tambien me dieron un susto. en el último semaforo, una moto decidió cambiar el sentido de su marcha precisamente por el paso de cebra que yo iba a encarar pues estaba en verde para mi. consiguiente frenazo y a punto de caerme. me miro me pidio perdón con la boca chica y se largó.

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    1. Es evidente que los cruces siempre son zona peligrosa, sea como sea el carril bici. Si, además, permiten a los coches y motos girar hacia el lado del carril mientras este continúa recto (típico en el eixample) la cosa requiere mil ojos

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