martes, 24 de abril de 2012

La ley del taxista

Esta mañana, al ir a cruzar el semáforo de Passeig de Gràcia, un taxista que giraba hacia el lateral con el semáforo en ámbar (y, por tanto, verde para peatones y ciclistas), ha decidido no pararse para dejarme pasar. El tipo ha pasado despacio, pero con la velocidad suficiente para no darme oportunidad (ni a mi, ni a cualquier otro peatón o ciclista que pretendiera cruzar) de pasar sin ser atropellado por él. Me ha llamado la atención que, encima, se me ha quedado mirando mientras giraba, con lo que era evidente que era muy consciente de su comportamiento.
Dado que el tipo me miraba, le he hecho un gesto dándole a entender que yo estaba ahí y no me había dejado pasar. Pensaba que, como tantas veces, ahí quedaría la cosa, pero el señor taxista ha tenido la delicadeza de contestarme con un gesto de negación desde el interior del coche. Entonces, yo le he señalado el semáforo en verde y, en ese momento, el taxista ha bajado la ventanilla y, antes de continuar su camino, me ha dicho, en un tono perfectamente chulesco, que estaba muy equivocado. Que él a las bicicletas no tiene por qué cederles el paso al girar en un semáforo.
¡Toma ya! Lo que me faltaba por oir. Ahora resulta que las señales de tráfico no aplican en caso de que te encuentres con una bicicleta. Pase que, por inexplicable que sea, los carriles bici estén llenos de señales de ceda el paso ante la posible incorporación o salida de coches hacia/desde garajes. Pero ya es lo último que los profesionales del volante en la ciudad (o, al menos, alguno de ellos) se piensen que sus obligaciones circulatorias desaparecen cuando hay una bicicleta de por medio. Al señor taxista le recomiendo que se lea la normativa de circulación del ayuntamiento de Barcelona y busque bien a ver donde encuentra eso de que "un semáforo ámbar es menos ámbar si están cruzando bicicletas". No tengo ganas de que me atropellen mientras cruzo un semáforo, la verdad.

Es curioso: últimamente este blog está adquiriendo un tono reivindicativo que, siendo sincero, jamás tuve en consideración cuando comencé. De hecho, nunca tuve claro cual iba a ser la dirección que iba a tomar este invento (ni si duraría lo suficiente para llegar a tener alguna) pero, bien pensado, es lógico que en un blog sobre ciclismo urbano las historias del día a día ciclista incluyan episodios de este estilo. Raro sería que, en 7 meses de uso diario, no se hubiera dado ninguna situación similar.
En cualquier caso, no me importará que con el paso del tiempo, se conviertan en meras anécdotas y, en cambio, me preocuparía lo contrario.

lunes, 23 de abril de 2012

ForoBrompton.es


Este fin de semana ha "nacido" Forobrompton.es, un nuevo foro dedicado a los usuarios de Brompton. La iniciativa es muy interesante, ya que, aunque existen diversos sitios de referencia para los usuarios de Brompton de estos lares, no había (o, al menos, yo no lo conocía) ningún foro específico sobre el tema. El conocido hilo "Quien tiene una Brompton y me aclara unas dudas?" de Foromtb.es era (y todavía sigue siendo) la referencia más importante en este tema, aunque sus más de 400 páginas de longitud lo hacen ciertamente difícil de manejar. Este, en cambio, al estar centrado exclusivamente en la Brompton, puede llegar a ser un buen lugar de referencia en el tema conforme las aportaciones y el contenido vayan haciéndolo crecer.
Así pues, felicidades por la idea y buena suerte a los organizadores.

miércoles, 18 de abril de 2012

2000 Kms!

El primer artículo de este blog fué para conmemorar el hecho de haber llegado a los 1.000 kilómetros con la Brompton. Hoy he llegado a los 2.000. Había calculado que en un año llegaría más o menos a los 3.000 kilómetros. Dado que  el año se cumple a mediados de septiembre, parece que estoy en el buen camino para lograrlo. De todas formas, lo importante no es tanto superar o no esa cifra, sino la constatación de que la bici como medio de transporte parece que ha llegado para quedarse.

Pero, a lo que vamos, ¿qué ha ocurrido durante estos 2.000 Kms? ¿Averías, pinchazos, piezas rotas o cambiadas por desgaste? Pues, la verdad es que la historia es bastante aburrida. Salvo el cambio del sillín de serie por el Brooks, podríamos decir que no hay nada destacable.

¿Pinchazos? Ni uno solo en todo este tiempo y solo he tenido que hinchar las ruedas una vez, lo que refuerza mi tesis de un post anterior sobre la idoneidad de las cubiertas de serie Brompton (las de la etiqueta verde con kevlar) en una utilización exclusivamente urbana. Además, las cubiertas se encuentran todavía en perfecto estado y no se observa desgaste excesivo. Me pregunto cuántos kilómetros durarán antes de tener que cambiarlas, pero visto lo que llevo, creo que pueden llegar a los 4.000 sin excesivos problemas.

¿La transmisión? Una de las grandes sorpresas que me he llevado al dejar de ser un ciclista esporádico ha sido enterarme de que la cadena de la bici debe cambiarse cada cierto número de kilómetros debido a que, con el uso, va estirándose y pierde eficiencia a la vez que desgasta los piñones y el plato. En este caso, a los 2.000 Kms la cadena todavía no ha dado señales de estiramiento excesivo (según el medidor aún está lejos del 0.75, que es cuando se recomienda el cambio para que el estiramiento no afecte al resto de la transmisión). Imagino que el hecho de llevar una bici con cambio interno y un único piñón, así como el clima benévolo que hemos tenido estos meses (que ayuda a que se ensucie relativamente poco), contribuye a que dure algo más que en una bici con un cambio tradicional. Quizá dentro de un tiempo me plantee cambiar el aceite con Teflon por un lubricante a base de cera (el famoso Squirt) que están de moda, pero tampoco lo veo como algo excesivamente necesario ya que, salvo en los días de lluvia, la cadena no coge demasiada suciedad.

La pieza que ha sufrido un desgaste más evidente en estos meses y que en unos meses empezará a pedir un cambio es la empuñadura izquierda. Al plegar la bici y arrastrarla es fácil que esta empuñadura toque el suelo y poco a poco va desgastándose y perdiendo algún pequeño trozo de la espuma. No es grave, pero sé positivamente que acabaré cambiando los puños y posiblemente acabe poniendo unos Brooks a juego con el sillín.

Desgastes al margen, el único incidente destacable en estos 7 meses es que he perdido uno de los catadióptricos del pedal plegable. El "incidente" se produjo al tocar el suelo con el pedal cuando subía a una acera por una de esas rampas de acceso que ponen en los bordillos nuevos que era especialmente inclinada. Justo cuando el centro de la bici estaba llegando a la acera, el pedal izquierdo chocó con el suelo y el catadióptrico saltó por los aires debido al golpe. No he cambiado el pedal, pero otra vez me ha vuelto a ocurrir algo parecido y he visto a algún otro usuario de Brompton que también tocaba con el pedal en el suelo al subir una pequeña rampa de estas que hay en los bordillos de las aceras. Diría que los pedales de la Brompton quedan a la misma altura del suelo que en cualquier otra bici, por lo que creo que la sensación de que puedo tocar con el pedal al suelo en este tipo de rampas se debe a la batalla de esta bici, que debe ser mayor que en una bici tradicional (al fin y al cabo, con unas ruedas enanas acaba teniendo más o menos las mismas dimensiones que una bicicleta con ruedas de 26") y que, por ahora, es el único detalle que he encontrado en esta bicicleta con el que tener cuidado respecto a cuando circulo con la MTB.

Respecto al plegado, la bici se plega y desplega 6 veces diarias y en estos 7 meses no se aprecia ni una mínima holgura en parte alguna del mecanismo. Cuando la gente comenta las excelencias del sistema de plegado de esta bici, no es solo cuestión de lo compacta que queda o lo fácil que resulta. La fiabilidad del conjunto es realmente de impresión.

Conclusión: por ahora el mantenimiento necesario es casi nulo y la experiencia continúa siendo magnífica. Ahora, a ver qué nos deparan los próximos 1.000 kilómetros :-)


viernes, 13 de abril de 2012

2 líneas blancas o un carril bici


Pese a que Barcelona aparece a menudo citada como una de las ciudades de referencia en lo que respecta al uso de la bicicleta, no es menos cierto que, en la propia ciudad, el colectivo ciclista no goza de demasiada buena fama. Existe una hostilidad creciente por parte, tanto de los peatones, como de los conductores, hacia nosotros. En general, lo que percibo ante cualquier noticia sobre las bicis en la ciudad es que los ciclistas suponen un problema para el resto de colectivos (sobretodo los peatones) y hay que ponerle remedio.
A buen seguro, una parte de la culpa de estos problemas de convivencia es de los ciclistas. A ver quién se atreve a afirmar rotundamente que jamás ha pasado un semáforo cuando todavía estaba en rojo o ha hecho alguna otra maniobra ilegal. Pero, aunque se habla mucho del poco respeto de los ciclistas por las normas de circulación, no creo que ese sea el problema mayor. Al fin y al cabo, los peatones también cometen infracciones constantemente y no parece importar demasiado siempre que no se consideren peligrosas. El verdadero problema se da en el nuevo reparto del espacio. Hasta ahora, el statu quo establecía que las aceras eran para los peatones y la calzada, para vehículos de motor. Pero las bicis han venido a alterar este reparto sin que quede claro con qué parte del pastel se quedan. En unos sitios el carril bici va por la calzada, en otros por la acera y en otros, al no existir, se circula por donde buenamente se puede. Además, no nos engañemos, los peatones no nos consideran peligrosos, sino molestos. Por mucho que se nos considere un vehículo, no causamos el mismo respeto que un coche. ¿O alguien se imagina a un peatón tranquilamente parado en medio de la calzada admirando un edificio o leyendo un cartel mientras se aproxima un coche? Sin embargo, sí que he visto exactamente ese mismo comportamiento en un carril bici más de una vez y el peatón se ha mantenido ahí sin inmutarse ante la visión del ciclista que se acercaba. Al fin y al cabo, él considera que está en su espacio y ese que viene por ahí, aunque lo haga entre 2 líneas blancas, no deja de ser un intruso, un recién llegado que no tiene derecho a ocupar ese espacio que, mientras no se diga lo contrario, el peatón considera que le pertenece.

Mientras el reparto del espacio no esté claro (igual que lo está ahora el de coches y viandantes) y, sobretodo, se haga en condiciones justas para todos, los ciclistas seguramente seguiremos circulando por donde mejor podamos y seguiremos siendo considerados una molestia por unos y por otros.
Y es que, en mi opinión, el problema de las bicis en Barcelona no es de civismo, de convivencia, o respeto a las normas de circulación. Es de planificación. Hace algunos años, alguien decidió que eso de las bicis era moderno, verde, sostenible, etc... y que poner carriles bici contribuía a reforzar esa imagen de ciudad moderna. Pero, como apenas había bicicletas y seguramente no se preveía semejante evolución de la demanda, no se tuvo ningún cuidado al diseñar la red de carriles bici o una normativa de circulación seria que obligara a unos y a otros de forma clara.
Con la llegada del bicing y el aumento del resto de usuarios, es cuando se han puesto de manifiesto las carencias de la red de carriles bici. Y eso es lo que hay que arreglar. Diseñar un carril bici no debiera consistir sólo en decidir pintar 2 líneas blancas en una acera (o, peor, en la calzada de una gran avenida). Esto no soluciona ningún problema sino que, en realidad, lo crea. ¡Si hasta yo mismo me descubro de vez en cuando caminando de manera inconsciente por uno de estos carriles bici pintados!
El carril bici de la Diagonal es un ejemplo clarísimo. Cada mañana cuando subo desde Passeig de Gràcia y me incorporo a él me acuerdo de la familia del tipo que lo diseñó. Primero, tengo que conseguir cruzar el semáforo e incorporarme al carril bici, lo cual no es en absoluto tarea fácil vista la marea de peatones que cruzan a la vez que yo y que se interponen entre ambos extremos del carril. Pero, una vez incorporado a la Diagonal tengo que lidiar con los pobres peatones que lo invaden consciente, o inconscientemente, en el tramo entre Passeig de Gràcia y Francesc Macià. Algunos me miran con hostilidad por tener que pararse o apartarse para dejarme paso aun cuando estén ocupando claramente el lugar que no deben. Otros me piden disculpas azorados al ver que van por el lugar equivocado. Otras veces soy yo el que, cuando estoy parado en el semáforo junto con 7 u 8 bicis más, estorbo a los peatones que intentan llegar desde la calzada lateral a la central, o debo frenar (como si pudiera ir muy rápido) para permitir que la gente pueda acercarse a la parada del autobús (el carril bici pasa exactamente junto a la marquesina de las paradas) o al kiosko a comprar el diario. Ninguno nos sentimos cómodos con la situación. Pero no es ni culpa suya, ni mía. La culpa es del tipo al que se le ocurrió la brillante idea de poner ahí 2 líneas blancas solo para poder presumir de que había desplegado nosecuantos kilómetros más de carril bici en la ciudad.

Estos últimos días, han aparecido varias noticias en la prensa relativas al incremento de uso de la bicicleta en nuestra ciudad y a la necesidad de una reordenación del mismo. Ayer mismo, leía esta noticia: L'ajuntament de Barcelona podria prohibir la circulació de bicicletes per les voreres

Lo de sacar a los ciclistas de las aceras y que vayan a la calzada está muy bien en la teoría, pero no tanto en la práctica.  Como ciclista, me gustaría circular exclusivamente por la calzada si estuviera garantizada mi seguridad. Pero eso, en Barcelona, es una utopía. En mis desplazamientos busco siempre un recorrido que disponga de carril bici en toda su extensión, pero cuando no es posible encontrarlo no dudo en subir a la acera (por supuesto, con cuidado y tratando de no suponer una molestia para nadie) si la calzada me parece peligrosa. Y es que, ni todas las calles de Barcelona disponen de carril bici (sea o no digno de ese nombre), ni los conductores están en general preparados para tenernos en cuenta como un vehículo más al que respetar como un igual. Así pues, la reordenación de la que habla la noticia espero que tenga en cuenta ciertas dosis de racionalidad y no plantee simplemente alternativas como desplazar obligatoriamente a los ciclistas a la calzada (con o sin carril bici) o crear nuevos carriles bici igual de estrafalarios que gran parte de los que ahora existen.

Esta tarde he pasado excepcionalmente por Passeig de Sant Joan, en el tramo entre Tetuán y Arc de Triomf. Se me saltaban las lágrimas de la emoción al ver esa maravilla. Un carril bici bien pensado, segregado con contundencia (nada de una raya doble o unos pequeños tacos de goma), lejos del área de aparcamiento, (lo que evita tentaciones por parte de muchos conductores que "solo van a parar un momento") y sin peatones que puedan colarse en él por despiste ya que el carril no circula por la acera ni a su lado, sino por el centro de la calzada. Muy del estilo del otro gran carril bici de Barcelona: el de Meridiana, en el tramo del TNC. Si esa es la reestructuración en la que piensa el ayuntamiento, bienvenida sea. Pero, no sé por qué, tengo mis dudas...

martes, 10 de abril de 2012

La lluvia y la Brompton

En los meses que llevo con esta experiencia ciclista, la meteorología ha sido muy benévola. Este invierno ha habido algunos días de bastante frío, sí. Pero apenas ha llovido. Eso está bien, porque contribuye a que adquieras el hábito de salir a diario con la bici sin demasiado esfuerzo. Pero sabes que un día u otro acabará por llover y yo todavía no había podido hacerme una conclusión definitiva sobre el comportamiento de la Brompton en estas condiciones, ni sobre cómo iba a afectar la lluvia a la bici como mi medio de transporte diario.
Hasta estas últimas semanas, claro. Finalmente las lluvias han llegado y me han permitido comprobar (y aprender) varias cosas:
La primera y más importante: la lluvia no constituye un impedimento para ir en bici. Por supuesto, hablamos de condiciones asumibles. No se trata de pretender circular bajo el diluvio universal ni de ponerse innecesariamente en peligro. Pero la verdad es que no hay demasiado problema en circular con algo de lluvia o el suelo mojado si llevas la ropa adecuada..

Por otra parte, la versatilidad de la Brompton nuevamente se pone de manifiesto en estas circunstancias: Salir con la bici y, si la cosa se pone fea, tener la tranquilidad de que puedes plegarla y coger el metro es toda una garantía. Seguramente, de no haber tenido una plegable, estos últimos días la bici se hubiera quedado en casa la mayor parte del tiempo. Sin embargo, durante este último "temporal" no he fallado ni un solo día a mi cita con las 2 ruedas.
Otra de las ventajas de una plegable en estas circunstancias es el hecho de que no dejas la bici en la calle y no queda a la intemperie sometida a los efectos de la lluvia. Gracias a eso cuando debes volver a cogerla está en mucho mejores condiciones.
Mejores, que no ideales. Porque lo que es indudable es que, con la lluvia la bici se ensucia infinitamente más que con clima seco. Si en condiciones normales puedo estar semanas sin limpiar ni engrasar la bicicleta, después de estos días de lluvia, solo por el hecho de circular por el piso húmedo y pasar sobre algún charco, es imprescindible limpiar la bici a fondo y volver a engrasarla. En dos días saliendo con agua he notado la desaparición total de la lubricación en la transmisión. Así que, queda claro que en época de lluvia hay que hacer mantenimiento con mucha mayor frecuencia.

También hay que tener cierto cuidado al plegarla. Sobretodo con las partes que quedan escondidas, como la tija del sillín. Después de circular con lluvia o suelo mojada seguramente tendrá algunas gotas de agua que es preferible secar antes de plegarla para evitar posibles manchas de óxido, sobretodo si crees que la bicicleta puede llegar a pasarse algunos días sin usar después del episodio de lluvia.
El sillín, en mi caso un Brooks, también puede verse afectado por el agua. Pero la funda impermeable que compré por 6 euros ha cumplido su cometido a la perfección y el Brooks sigue en perfectas condiciones. 

Otra de las cuestiones que ha sido resuelta estos días es una de esas dudas que se nos plantea a casi todos los usuarios de Brompton a la hora de comprarla: ¿Dejo las cubiertas de serie o pongo unas Marathon? Yo llevo las de serie (las de la etiqueta verde) y en seco creo que cumplen perfectamente (al menos, en recorrido exclusivamente urbano). Tienen agarre suficiente y, por ahora, no he tenido ningún pinchazo. Mi duda era qué tal se comportarían en condiciones de menor adherencia. El primer día que salí lloviendo no tenía claro si tendrían agarre suficiente y he de reconocer que me lo tomé con cierto respeto. Pero ahora ya sé que en lluvia y con suelo mojado también se comportan con total dignidad. Seguramente, en un clima más inhóspito que el de Barcelona valga la pena poner unas Marathon, pero aquí y para un uso urbano, las cubiertas de serie (las verdes) cumplen perfectamente.